Sensibilidad social
Uno de los errores en que comúnmente caen aquellos que quieren ayudar al necesitado ―al tener recursos o buenas intenciones― es pensar que las personas que están sufriendo dolor, hambre o cualquier tipo de necesidad son esencialmente buenas, o por lo menos mejores que los que no están en dicha condición. (Aquel paradigma sensiblero de que los pobres son buenos y honrados y los ricos son malos y ladrones; o que el pobre es pobre porque existe el rico el cual lleva a los que tienen a dar por culpa, para sentirse menos mal.) Esto degenera en una celebración del pobre, en un paternalismo y un reforzamiento de su condición (haciéndolos más pobres).
Algunos se van a vivir entre los hambrientos por un tiempo pensando que con pasar hambre junto a ellos sus tripas estarán más felices, pero tener sensibilidad social no se trata de eso; ser sensible no consiste en revolcarse con una persona en su dolor o experimentar por tres días sus precariedades, sino, en entender racionalmente su condición y emprender las acciones necesarias para ayudarles a superarlas. No hay que enfermarse para ayudar al enfermo ni cometer pecado para ayudar al pecador; tampoco hay que hacerse pobre para ayudar al pobre.
Algunos se van a vivir entre los hambrientos por un tiempo pensando que con pasar hambre junto a ellos sus tripas estarán más felices, pero tener sensibilidad social no se trata de eso; ser sensible no consiste en revolcarse con una persona en su dolor o experimentar por tres días sus precariedades, sino, en entender racionalmente su condición y emprender las acciones necesarias para ayudarles a superarlas. No hay que enfermarse para ayudar al enfermo ni cometer pecado para ayudar al pecador; tampoco hay que hacerse pobre para ayudar al pobre.
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